Fue éste un lugar tan especial, que no
podía quedar sin mención en mi blog, tanto por la nostalgia que me trae
recordarlo, como por la ilusión que tengo en dejar una pequeña dedicación a la
gente con quien lo compartí durante aquellos años.
Bajo nuestra casa (me refiero a la de mis
padres) había un local que en aquella época tan sólo se utilizaba para guardar
tratos viejos, juguetes rotos, libros de antaño de mis abuelos, y sobretodo,
mucho polvo, ya que el local no estaba cerrado del todo, quedaban unas rejas de
unos 70 cm. de altura justo encima de la puerta de madera. Así que, dentro,
además de montones de trastos, había montañas de polvo que lo cubrían todo. Ni
se te ocurriese soplar, porque desaparecías entre la niebla. Allí empecé a guardar
mi bicicleta desde muy joven.
Un día, en el instituto, decidí montar un Scalextric con
tres compañeros de clase, con las piezas que aportábamos cada uno de nuestros
respectivos circuitos, con los que podíamos montar un circuito bastante grande. Pero no teníamos un lugar donde hacerlo. Entonces me acordé del almacén donde
guardaba la bicicleta. Decidí limpiar un trozo de local, lo suficiente como
para poder montar ese Scalextric, ya que limpiar más era una
locura por la cantidad de porquería que allí se acumulaba. Les comenté a mis
padres lo que iba a hacer en el almacén y les pareció bien, así que al final
pudimos montar ese circuito.
Jugamos varias veces, pero luego, poco a
poco, fuimos dejándolo de lado hasta que lo desmontamos de nuevo. Al quitar el
circuito de allí me quedé observando el espacio vacío y limpio que quedó, me
paré unos instantes a pensar, y me dije: "¿no podríamos utilizar esto para
algo más?", ya que está limpio… . Me refería a utilizarlo, no con los amigos del
instituto, sino con los más allegados, aquellos con los que jugué y me divertí
durante tantos años en mi niñez. Y vaya que si lo utilizamos.
El local tenía por dentro tres pilares. En
un principio se limpió hasta el primero para poner el Scalextric.
Luego, como niños que éramos, nos dedicamos a guardar gatos callejeros allí
dentro. Pasábamos muchas tardes con ellos dándoles de comer, de hecho,
comenzamos llamándole al local: “Club Los Gatos”. Luego nos
quitamos de encima a los gatos, los dejamos marchar, limpiamos hasta el
segundo pilar y empezamos a utilizar el local para tener un lugar en el que
reunirnos todos los días sin tener que ir buscándonos de casa en casa. Luego le
cambiamos el nombre y le pusimos Club Six, nombre que me
gustaba mucho porque era el nombre de un jugador de la selección francesa de
fútbol de esos años que llevaba el pelo largo, así que insistí mucho para
ponerle ese nombre.
Los gatos desde mi casa
|
Allí escuchábamos música con un cassette portátil
“prehistórico”, ese cassette con el que escuché por primera
vez a los AC/DC con su `For Those About To Rock (We Salute You)´.
También nos sirvió para escondernos de los que pudiesen pillarnos por la calle
fumando nuestros primeros cigarrillos, aunque más de una vez nos pilló mi
madre, ya que el humo ascendía por la reja subiendo el olor hacia mi casa. Más
tarde, decidimos limpiar todo lo acumulado al fondo del local y conseguimos que
al final pareciese una mini-discoteca bastante coquetona (para ser lo que
era…)
Poco después fuimos adquiriendo más cosas:
un tocadiscos, un mejor cassette, unos altavoces, más luces… etc.
También montamos un DJ con unos palets de fábrica, además de
una barra con tres somieres, unos sofás con asientos de coche y limpiamos un
aseo que había al fondo del local que nos costó muchísimo de acondicionar por
el lamentable estado en el que se encontraba.
Más adelante decidimos poner un fondo para
comprar un psicodélico para la pequeña pista de baile. También compramos
bebida, que después nos auto-vendíamos para poder comprar más bebida y además
poder sacar algo para celebraciones posteriores. Todo lo demás con lo que
decoramos aquel local fueron cosas que íbamos aportando de nuestras casas y de
otros sitios… como discotecas, que es de donde adquiríamos los vasos.
Club Six (cena en la Navidad de 1981)
|
Al final, nos quedó un local muy acorde a
lo que buscábamos y al que acudían otras peñas del pueblo a pasar alguna que
otra tarde con nosotros, sobre todo peñas de chicas. Aquí pasamos tardes y
noches inolvidables e irrepetibles: fiestas de fin de año, cumpleaños, pascuas,
nuestras primeras novias…, y también fue la cuna donde empecé a criarme como Metalero,
ya que esa fue la época en la que empecé a conocer mis primeros grupos Heavies, aunque muy en solitario, porque de todos los miembros de aquel Club Six,
el único Heavy pura sangre que salió de allí… fui yo (sin
abuela), y algunas raíces que adquirieron mi hermano y mi amigo Ximo, pero nada
más. Ya me hubiese gustado a mí que salieran todos Metaleros
incondicionales.
Un lugar que seguramente habrá quedado
para siempre en el recuerdo de todos los que formaron parte de él.
Miembros:
Alejandro P. - Antonio M. - Jorge S.-
Jesús S. - Rafa C. - Juan B. - Sergio P. - Arturo A. - Miguel A. - Vicente C. -
Emiliano L.F. - Ximo S. - Pepe A. - Manolo - Mora – José L. - Simón - Juan G. -
Luis G. y un servidor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes expresar tus opiniones. Se publicarán tras su revisión.