Búsqueda personalizada

sábado, 19 de mayo de 2012

Carrera de sacos fulminante

En mis tiempos infantiles acostumbraba a ir a un lugar donde en fechas de Semana Santa y Pascua se solían realizar competiciones variadas para los más jóvenes. Atrapar el conejo, correr hacia atrás, un pequeño maratón o las carreras de sacos, eran algunas de las pruebas que se organizaban. 

Precisamente esta última, la carrera de sacos, era algo que nunca había probado. Jamás me había metido dentro de un saco de cuerda para saltar, y menos aún para competir.

Mientras los encargados y organizadores de las pruebas se dedicaban a entretenernos con dichas pruebas, los padres se encontraban en el bar del recinto pasando el día entre amigos y descansando un poco de nosotros; los niños.

En cada prueba daban premios a los primeros clasificados. Comencé ganando dos pruebas y me dieron dos bolsas de deporte (Tiger), las cuales llevé enseguida a mi madre para que me las guardase y también para contarle mí hazaña. 

Luego soltaron un conejo para capturar… y cogí el conejo, que era el premio, y volví al bar para dárselo a mi madre. En cuanto lo vio comenzó a reír con ganas, mientras me decía: "jolín, deja ganar a los otros niños ¿no?. Y ciertamente, pensé un momento en que tenía razón, me hizo sentir como abusón de la situación. Pero… ¡qué narices!, yo lo que quería era competir, siempre me gustaron las competiciones.

Más tarde se preparaba la carrera de sacos. Cuando vi que los sacaban pensé en no participar, porque nunca lo había probado y tenía temor a no saber saltar con él o caerme y hacer el ridículo. 

Estuve unos minutos pensando mientras se repartían los sacos entre los participantes y en el último momento me decidí a probar, como buen amante a la competición. Y qué sorpresa la mía cuando veo que cruzo la línea de meta en primer lugar dejando al segundo clasificado a una distancia considerable detrás de mí. Ahí recibí mi tercera bolsa de deportes, pero la verdad es que ya me estaba dando hasta vergüenza ganarlo todo. 

Ese triunfo no me lo esperaba, estaba convencido de que ese premio se lo llevaría otra persona, pero no, otra vez para mí. Lo que más me sorprendió fue la facilidad, la rapidez y la sensación de ir sobrado saltando con el saco. Curioso, pero me sentí como en casa, vamos.

Unos 13-15 años después, varios colegas y yo decidimos cierto día acudir a hacernos unas litronas a un lugar rural donde habíamos oído que ese mismo día se celebraba una fiesta de estudiantes de instituto. Una pequeña arboleda-paraje situada entre Onda y Tales denominada `La Azud de Tales´, un lugar tranquilo entre la naturaleza en el que había lo que aquí denominamos paelleros o barbacoas para hacer paellas (nuestro plato típico) o torrar carne, donde también había algunos bancos y mesas rústicas para sentarse.


Íbamos con un Seat 600 de mi amigo (J.C.) al que llamábamos “El Caca”; me refiero al coche, no al dueño, que el dueño es un crack ;-)
Cuando llegamos al paraje aparcamos algo distanciados del grupo de estudiantes y estuvimos dentro del “Caca” contando historias mientras nos atizábamos las litronas entre verdaderas carcajadas, nos lo estábamos pasando en grande. 

De repente, se oye un megáfono a la distancia que dice: "ahora se va a celebrar la carrera de sacos, quien quiera participar que venga a apuntarse". ¡¡Dooooingggg!!, me hizo el oído. "¡Cagüen diez, pues si yo soy el más rápido del mundo corriendo con un saco!", exclamé irónicamente a mis colegas. 

En cuanto me oyeron pronunciar esas palabras comenzaron a reír y se lanzaron de cabeza a animarme: "¡venga, pues apúntate corre, jajaja", me decían con los ojos abiertos como platos mientras me imaginaban con el saco puesto. Nunca me habían visto utilizar uno y esperaban diversión sólo por verme competir allí. 

No les costó mucho convencerme. Enseguida me dirigí a preguntar a un profesor: "oiga, ¿si no eres alumno se puede competir?". Se me quedó mirando unos instantes… y me respondió estirando el brazo mientras señalaba: "si vas allí y traes los sacos, sí". 

Y eso hice, le traje los sacos, cogí el mío y me coloqué junto a los estudiantes en la parrilla de salida mientras miraba disimuladamente las caras de estos, y pensé: ¡bufff!, creo que esta vez no se bien donde me he metido, ya verás. Pero les he dicho a mis colegas que soy "el más rápido del mundo"  J, así que tendré que sacar lo mejor de mí para, al menos, lograr una buena posición.

El resto de alumnos y mis colegas formaban una calle de gente situados a ambos lados del recorrido (unos 30 m. hasta la meta). Tan sólo de ver la expectación desde la línea de salida me temblaban las piernas por el nerviosismo, la tensión y la emoción que recorría mi cuerpo.

La gente estaba impaciente durante los preparativos de la carrera y reían y coreaban algunos nombres de sus compañeros para darles ánimos al tiempo que creaban fiesta y gran jolgorio en el lugar.

¡Preparados!… ¡listooos!… ¡YAAA!..., se oyó por el megáfono.

La verdad, sólo sé que veía pasar a los espectadores por mi reojo mientras inclinaban su cuerpo hacia delante agitando sus manos, gritando como verdaderos caw-boys y animando como descosidos. Yo iba como cegado hacia la meta. Sólo veía pasar suelo bajo mi saco y esa multitud eufórica a los costados por el rabillo del ojo. 

Delante de mí no había nadie y creía que tales chillidos se debían a que alguien estaba apunto de adelantarme. Pero no fue así, llegué a la meta entre una ovación impresionante en plan rodeo americano, y me giré. Entonces entendí tal efusividad del público porque… ¡el 2º todavía estaba a 2/3 de llegar a la meta!. No sé, pero mis colegas se meaban de risa mientras me decían: "¡joer macho, corres más con saco que sin saco!

Cual sería la velocidad que logré alcanzar, que suspendieron esa carrera inmediatamente y no quisieron darme el premio e inmediatamente organizaron otra prohibiéndome participar en ella. Pero al menos (y de eso estoy seguro) se les quedó grabado para siempre en la retina aquel “huracán Metalero" que les levantó los pelos a su paso. Con eso me conformo.  \m/

Edad: 19-20 años

domingo, 13 de mayo de 2012

SAXON "The Eagle Has Landed" (LP - 1982)

Este es uno de los discos en directo más completo que se editaba por esos años 80 tan apreciados por distintas generaciones Rock-Metaleras. 

Ese disco era como un broche que se colocaba la banda británica después de editar `Saxon´ (su trabajo más flojo), `Wheels Of Steel´, `Denim And Leather´ y `Strong Arm Of The Low´. 

Un Long Play en el que se recopilan los mejores temas de estos cuatro trabajos perfectamente enlazados para completar un live sin espacio a pausa, porque incluso sus canciones más lentas se hacen himnos indiscutibles que consiguen de largo levantar al público allá donde pisan los británicos. 

Su oscura portada con letras rojas ya nos deja entrever que dentro de la funda se encuentra un buen plato a degustar. Subida in-crescendo del sonido destacando el ambiente del público aclamando a la banda y… action! de principio a fin.
`Motorcicle man´, `747 (Strangers in the Night)´, `Princess of the Night´, `Strong Arm of the Low´, `Heavy Metal Thunder´, `20.000 ft´, `Wheels of Steel´, `Never Surrender´, `Fire in the Sky´ y `Machine Gun´, son los cortes que nos deleitan durante casi 43 minutos de escucha.

Comenzaba la época dorada del grupo y creo que un doble LP en vivo hubiese dejado más huella entre los fans con el paso del tiempo, aunque también creo que eso hubiese sido más factible si lo hubiesen hecho 2-3 años más tarde después de haber editado `Power & the Glory´ y `Crusader´. Entonces sí pienso que hubiesen logrado un lanzamiento redondo.

Para mí, este trabajo de Saxon queda algo corto por su gran amenidad general, pero eso no quita en absoluto que el disco se englobe dentro del grupo de los mejores discos Heavies de esa década. 


Calificación: *****


Quizá también te interese:

- Ozzy Osbourne "The Ultimate Sin" (1986)
- Judas Priest "Screaming for Vengeance" (1982)