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viernes, 30 de mayo de 2014

FestiMad 2003 - Móstoles

El FestiMad da sus primeros pasos en 1994. Un festival que nacía recorriendo diferentes locales de Madrid durante sus dos primeras ediciones. 

Este evento se orientaba hacia un estilo musical inclinado hacia la cultura Alternativa, en el que se daban cita estilos tan diversos como lo son el Rock, el Punk o el Hip-Hop entre otros. 

Pero también el Metal tuvo presencia en él. Bandas como Metallica, Rammstein, Nightwish, Slipknot o Slayer fueron algunas de las que pisaron el FestiMad. Parece que hable en pasado, pero sólo lo hago refiriéndome al sonido Metal, pues a partir de 2008 el evento pierde fuelle Metálico y vuelve a centrarse más en sus raíces, donde también se incluyen otras actividades culturales. 

Era mi primera visita al festival (en algunas ediciones anteriores me quedé con las ganas). En esta ocasión, con la participación del “Reverendo” como plato fuerte. 

Las fechas elegidas para esta 9ª edición fueron: viernes 30 y sábado 31 de mayo de ese año 2003 en Móstoles, siendo ubicado en el magnífico `Parque El Soto´. Nos encantó esta ubicación. 

Nos juntamos tres colegas (L.H., E.LF y un servidor) y decidimos acudir a la primera jornada, en la que se iban a presentar actuaciones de bandas como Disturbed, H.I.M., Uzzhuaïa, Skin, Deftones, Hamlet, Coilbox, Evanescence, AFI y Marilyn Manson entre muchos otros. Por supuesto que nuestra intención era poder disfrutar de algunas de estas bandas, pero también conocer el lugar, pues tenía muy buena pinta desde un primer momento tras la información que recabamos por Internet. 

Con lo puesto, partimos ese viernes 30 de buena mañanita hacia la capital. 

El viaje fue bueno, pero la llegada no tanto. Para aparcar nos costó casi una hora, además de que nos tocó dejar el vehículo a unos 2 km. del recinto para ir a ponernos las pulseras. Tras la caminata, y a tan apenas 200 m de la entrada principal, localizamos un pequeño descampado de tierra done vimos un sitio para estacionar. Uno se quedó cuidando el hueco mientras los otros dos volvimos a por el vehículo para cambiarlo de sitio. Nos vino como anillo al dedo. Tras ello, colas interminables y un calor sofocante que taladraba. La espera fue aplastante. Mucha lentitud y parsimonia en las taquillas. 

Por cierto, con lo fácil que era romper la entrada por donde pone: ENTRADA. Vamos, digo yo que los agujeritos de corte fácil estarían para algo. ¡Ah! y la pulsera no es que se haya descolorido del sol, es de color rosa fosforito, pero el escaner me lo saca de este color tan pálido.


Entrada y pulsera

Una vez dentro quedamos algo descontentos al tiempo que fascinados cuando vimos una gran extensión de tierra bien sequita esperando ser pisoteada por miles de personas, pero rodeada de una tupida arboleda plagada de caminos sombríos que comunicaban entre sí con otras zonas, donde te podías encontrar bastantes puestos de todo tipo para reponer fuerzas o adquirir algún detalle. 

Así que decidimos adentrarnos por los senderos para comenzar a sentir esa envidiable sombra que divisamos con recelo desde el primer momento tras la odisea sufrida en las taquillas. Al probar la estancia por entre los árboles, y después de ver la nube de polvo frente a los escenarios desde la distancia, comenzamos a filtrar bien qué grupos íbamos a ver y cuáles no, ya que era una gozada respirar el frescor bajo esa verde manta mientras se escuchaba de fondo el grupo de turno en directo. 

Como los gustos entre nosotros eran muy similares y teníamos bastante claro a que íbamos a Madrid, finalmente nos decidimos por:

Disturbed

Acudimos con tiempo suficiente hacia el escenario correspondiente para ubicarnos en un buen sitio. Aunque ya había bastante gente esperando conseguimos una buena posición a tan apenas cinco o seis metros del escenario. Poco después se puso a reventar hasta quedar como sardinas en lata. 

La salida a escena de Disturbed fue brutal. Esperaba poder fijarme en algunos matices al comienzo, pues creía poder hacerlo tranquilamente tras constatar el profundo desconocimiento de esa banda en nuestra provincia. Pensábamos que en Madrid sería algo similar y que la gente tendría una actitud curiosa ojeando a una banda desconocida. Pero nunca más lejos de la realidad, porque unas 10.000 personas se pusieron a brincar y a cantar sus temas como posesos en cuanto David Draiman y cía se pusieron a machacar el micro y los instrumentos. La batería sonaba atronadora como “petardos de Mascletà”. ¡Espectacular!.

Concretamente, allá por septiembre de 2002 Disturbed sacaban al mercado `Believe´, su segundo disco de estudio. Así que pudimos escuchar temazos como `Prayer´, `Liberate´, `Remember´ y otros tantos como `The Game´, `Fear´ o la archiconocida `Stupify´ de su primer trabajo `The Sickness´ del año 2000, temas que llevaron en volandas a sus seguidores durante prácticamente todo el concierto (que me lo digan a mí que no tocaba suelo). Sin duda alguna, la mejor actuación que vimos.

H.I.M.

Los fineses sorprendieron a propios y extraños por su calidad musical. Los instrumentos sonaban perfectos, limpios como agua destilada y cargados de matices y pasajes melódicos que retorcían centenares de cinturas, especialmente las de las féminas que abarrotaban la zona. Lástima que el momento lo ensuciara en cierto modo el río de meadas que ni haciendo malabarismos se podía sortear sin llevarse unos cuantos centímetros de fango en la suela. Supongo que sería por algo embozado que quedó sin solucionar. Vamos, que casi se podía navegar con un poco de imaginación.

Pero… hay un pero. En mi opinión Ville Valo no estuvo a la altura de las circunstancias. Lo noté muy flojo y desentonado. No me gustó nada.
En conclusión: me esperaba música agradable… y me llevé sonidos perfectos. Me esperaba un gran Ville… y me llevé un disgusto. Pero en general, muy buen directo.

Marilyn Manson

Al fin mi primera cita ante “El Reverendo”. Llevaba varios años buscando la ocasión para poder comprobar si ciertamente Mr. Manson era tan fiero en el escenario como en los vídeos, es decir, expectación máxima.

Todavía estaban actuando H.I.M., cuando decidimos dirigirnos hacia el escenario contiguo a buscar una buena posición para verlo, pero estaba a reventar. Enseguida nos dimos cuenta de la saturación, porque intentar avanzar tan sólo un metro era prácticamente imposible. Así que nos tuvimos que quedar a unos 30 o 40 m del escenario.

Allí permanecimos como estatuas durante un buen rato. Oímos acabar a los fineses e instantes después vimos cómo se acercaba una marabunta a saturar el lugar todavía más si cabe. Tremendo mogollón.

Ya totalmente arropados entre unas 40.000 personas, seguimos observando el escenario principal esperando impacientes la aparición del señor Manson. Pero la espera empezó a notarse rara, pues la primera vez que miramos el reloj constatamos que llevábamos más de 20 minutos esperando y algunos pitos ya hacía rato que se escuchaban, pero se acentuaron. La segunda vez que lo miramos pasaban 50 minutos, y la tercera, superaba de sobra la hora de retraso. Lamentable; esa es la palabra. De hecho, anuló mi ímpetu interno hacia ese tan esperado directo.

Realmente no puedo confirmar por qué ocurrió, pero algunas fuentes me llamaron in situ para comentarme que habían escuchado que Mr. Manson se había enojado porque, conociendo de antemano el picante espectáculo que llevaba durante la presentación de su “The Golden Age of Grotesque” por otros países, parece ser que a alguien no le gustó demasiado. De ahí el retraso. Supuestamente, M.M. no estaba dispuesto a prescindir de un ápice de su espectáculo.

Lo cierto es que nosotros ya estábamos hartos de esperar y cuando apareció en escena apenas nos inmutamos (el cliente también se cabrea). Además, desde esa distancia tan apenas podíamos divisar las siluetas en un escenario tan lejano, totalmente negro y poco iluminado hasta ya avanzado el concierto.

Pese a que muchas crónicas posteriores alabaron su actuación, lo que nosotros vimos y escuchamos allí no nos gustó nada, aunque se oyera potente y bien, y eso que su último disco venía cargado de buenos pelotazos sonoros. No escuchamos a un Manson entregado, ni mucho menos.

Tampoco noté demasiado entusiasmo entre la gente. A más de uno le aplastó esa larga hora en standby. Incluso me dio la impresión de que el señor “Reverendo” estaba actuando como algo desganado, como si tuviese ganas de acabar y únicamente estuviese allí para cumplir con el contrato. No sé, pero nos dio esa impresión. En definitiva, que a los tres nos defraudó muchísimo. Esperábamos ver a un Manson pletórico, más eufórico, mucho más implicado y serio cumpliendo con su horario, pero no fue así.

Esto fue todo lo que vivimos respecto a las bandas que nos interesaban. Al resto los fuimos viendo o escuchando durante nuestros desplazamientos por el recinto. Quiero destacar cómo sonaron Deftones o la calidad de AFI en vivo, que lograron captar nuestra atención de inmediato durante uno de nuestros “transbordos”. Quedamos petrificados durante el desarrollo de uno de sus temas, que sonó como las delicias. Dejaron constancia de una buena técnica musical y una actitud y aptitud del frontman sensacional. Chapeau.

Ya de madrugada, allá sobre las 02:00 am en la carpa Festidanz, fue donde muchos se reunieron para tomar las penúltimas copas. Y ahí fuimos nosotros para rematar el día aunque no fuese nuestro ambiente.

Ya fuera del recinto nos dirigimos hacia nuestro vehículo para dormir un rato antes de partir de vuelta a casa. Faltaban unos minutos para las 05:00 am. Nos metimos dentro y cada uno se acomodó como pudo para echar una cabezada. En menos de dos minutos mis compañeros cayeron rendidos y se durmieron. Segundos después sonaban las 5 en punto por la radio y me disponía a escuchar las noticias. Pero, simultáneamente sonó el teléfono de nuestro colega L.H. . Las noticias no fueron nada buenas, y me refiero a las del teléfono. Un familiar directo se encontraba en estado muy grave en el hospital. Así que nos tocó volvernos hacia casa de inmediato y sin contemplaciones.

Ese viaje de vuelta fue en el que peor lo he pasado conduciendo, jamás había sufrido tanto para no dormirme al volante. Fue eterno. L.H. cayó fulminado a los pocos kilómetros (el grandísimo disgusto acabó de acentuarle el cansancio). El copiloto y yo, aunque también muy cansados, estábamos algo más espabilados y quedamos en que ambos deberíamos mantenernos despiertos sin molestar a L.H. para que descansase tranquilo y no pensara en el problema durante el viaje. 

Cada 40 o 50 km parábamos para echarme un buen chorro de hielo fundido del bolso nevera por la cabeza. Para mantenernos entretenidos contábamos las rayas de la carretera, los postes del teléfono o de la luz, las señales de tráfico, cada kilómetro del cuentakilómetros, vamos, todo menos ovejas. Mientras tanto, L.H. se despertaba de vez en cuando pero volvía a dormirse en pocos segundos sin apenas enterarse de nada.

El sol ya empezaba a asomar por Levante y bien que se podía ver, porque nos daba de frente. Ya se sabe la que te espera si te diriges de Madrid a Valencia entre las 6 y las 10 de la mañana cuando se acerca el verano. Por eso sufrimos tanto. De hecho, yo apenas podía sostener mis párpados y el copiloto acababa durmiéndose sin darse cuenta cada dos por tres. Cada vez que lo veía bajar la barbilla lo despertaba de inmediato para no quedarme sólo ante “el huevo frito”.

Fue una lucha intensa y duradera que me hizo pensar en más de una ocasión en el famoso disco de AC/DCHighway To Hell.

Pero gracias, no precisamente al Dios Ra, llegamos sanos y salvos al hospital donde acabó nuestra interminable aventura, pero comenzó una nueva para nuestro amigo L.H.

Sólo me queda comentar la cara que se le quedó a mi chica cuando me vio aparecer a las 10 de la mañana con el rostro desencajado y le conté la película.