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Años 80, una década prodigiosa

Una vez entrados en los ´80, comenzó el Heavy Metal a pegar fuerte en la sociedad Metalera mundial. Iron Maiden editaban `The Number Of The Beast´ en 1982, pero ya disponían de `Iron Maiden´ y `Killers´ editados en 1980 y 1981 respectivamente. Igualmente, había grupos que ya iban haciendo sus serias incursiones en el Heavy, como son AC/DC, que ya disponían de discos como el `Highway To Hell´ de 1979 y que era puro Heavy Metal. Además de tener a sus espaldas otros trabajos como `High Voltage´ (´75), `Dirty Deeds Done Dirt Cheap´ (´76), `Let There Be Rock´ (´77), el magnífico directo con su espectacular portada de Angus con una guitarra clavada en la tripa `If You Want Blood You´ve Got It´ (´78), y `Powerage´ (´78), ninguno de ellos, aún siendo buenos discos, llegaba al nivel de contundencia que tenía el de 1979. Luego se afianzaron en el estilo con el `Back In Black´ en 1980, siendo el primer disco en el que interviene el nuevo vocalista Brian Johnson, y si no lo tengo mal entendido, ese trabajo se convierte en el segundo disco más vendido de la historia con 50 millones de copias, situado inmediatamente después del famoso `Thriller´ de Michael Jackson. En 1981, editan `For Those About To Rock: We Salute You´ y en 1983 `Flick Of The Switch´, continuando en la misma linea Heavymetalera.

Judas Priest también comienzan a pegar de lo lindo con un aplastante directo en Japón en 1979 `Unleashed In The East´; después vino `British Steel´ y tras recaer de nuevo en el Hard Rock con `Point Of Entry´, vuelven a resurgir con auténtico Heavy Metal con el `Screaming For Vengeance´ en 1982 y el `Defenders Of The Faith´ en 1984.

Barón Rojo también se ponen las pilas y en 1981 lanzan su primer disco `Larga vida al Rock and Roll´. Pero el bombazo lo obtuvieron con el `Volumen Brutal´ en 1982,  del que se hizo después una versión en inglés que llegó al nº 1 en Inglaterra.

Para entonces a mí ya me tentaba mucho llevar el pelo largo sin conocer ni si quiera la música Rock, desde los 7 añitos lo estaba deseando. Con esa edad, recuerdo estar en la formación que se hacía en el patio del colegio justo antes de entrar en clase, tanto al llegar por la mañana, como para volver al aula después del recreo. En mi clase había un chico (J.M.G.R.), por desgracia ya fallecido y al que quiero dedicar éstas líneas, que era mi punto de referencia para saber rápidamente en qué fila me tenía que ubicar a la hora de formar, puesto que yo era nuevo en el centro y allí habíamos sobre 800 niños. Era alto y llevaba media melena. Siempre me gustó esa melena y desde entonces que no cesé en mi empeño para poder llevarla yo también, lo que ocurría es que en mi casa era imposible lograrlo, unas veces por mi abuelo, que aunque vivía lejos de mi pueblo, cada vez que íbamos de viaje a visitar a mis yayos, me decía nada más abrirse la puerta de su casa: - si te cortas el pelo te doy 1000 pts -. Lo que no entendía es por qué me decía esto, porque apenas tenía 2 o 3 cm. de pelo en mi cabeza. Pero para él, se ve que lo tenía demasiado largo para lo que se llevaba en esa época y quería vérmelo más corto todavía. Si hubiese podido decidir por mí mismo no hubiese cogido las 1000 pts. para poder dejármelo como estaba, pero era demasiado joven para tener esa libertad y me tocaba coger ese billete con cara de muy mala leche, aunque también con una pequeña cierta satisfacción de coger ese billete verde que en aquellos tiempos podía equivaler perfectamente a 100 € de los de ahora. Esa era su costumbre cada vez que volvíamos a visitarlo. Por otra parte, en mi casa, mis padres eran un poco más permisivos, pero también me obligaban a cortármelo en cuanto se me estiraba un poco el cabello.

Así fueron pasando los años hasta ese año 1982, año en el que Barón Rojo sacaba a la calle el disco del puño con clavos que antes he mencionado. Todavía me faltaban unos años para ser mayor de edad, pero mi insistencia frente a mis padres en lograr mi objetivo se fue agudizando. Cada vez tardaba más y más en ir al peluquero cuando me lo mandaban, claro, esto es porque de más joven siempre me acompañaba mi padre, pero al hacerme más mayor ya me enviaban a mí solo para que me lo cortara, como es lógico, y lo que fue ocurriendo es que cada vez tardaba más en hacerles caso. Empecé a acumular broncas por llegar a casa sin habérmelo cortado y siempre sacando excusas tontas. Primero fueron dos días de retraso, luego tres, luego casi una semana, hasta que llegó un día que a mi madre se le acabó la paciencia y me dijo: - o vienes ésta noche con el pelo corto, o duermes en la calle -. Por momentos me creí lo que me decía por la manera en que se expresó, pero luego me dije: - me llevaré otra bronca más gorda, pero… no lo hará -; y esa noche regresé a casa de nuevo sin cortármelo. El portal de la calle estaba abierto, entré hasta el rellano y, un poco asustado por lo que pudiese pasar, toqué el timbre. Desde fuera oía los pasos de alguien que se iba acercando a la puerta hasta que llegó a ella. Pero la puerta no se abría, contuve la respiración para poder escuchar lo que estaba ocurriendo detrás y noté como me observaban por la mirilla. Inmediatamente puse el dedo en el cristalito para que no me viesen, pero fue demasiado tarde. De repente se abrió la puerta un poco, lo suficiente como para meter la mano por el hueco y dejarme una bolsa de basura encima de la esterilla, mientras una voz femenina me decía: - ahí tienes la ropa para ésta noche -, y sin ni siquiera verle el rostro, cerró la puerta de un portazo. Se me quedó una cara de gilipollas que seguro que era para verse en un espejo. Me quedé mudo esperando a ver si le remordía un poco la conciencia, pero no, eso no ocurrió. Al ver que el asunto iba en serio, comencé a llamar a mi madre poniendo la boca pegada entre el marco y la propia puerta para que no me oyeran los vecinos (nada más faltaba eso, que me viese algún vecino con una bolsa de basura en la puerta de mi casa a esas horas, ya que eran sobre las 22:00 h. y el camión pasaba a partir de las 00:00 h.). Por aquel entonces todavía no existían los contenedores y las bolsas se dejaban junto al bordillo de la acera, y no tan pronto para evitar olores, pero nada de nada. A los diez minutos de inefectividad desistí; me empezaba a dar miedo el hecho de que mi insistencia calentara más la sangre a mis padres y fuese la cosa a peor. Así que me refugié debajo de la escalera comunitaria y me senté a esperar. Estuve más de dos horas allí, saliendo de vez en cuando a la calle para esconderme entre los coches cada vez que bajaba algún vecino a dejar su basura, y así evité preguntas inoportunas. Pero al fin se abrió la puerta, casi a la 01:00 h. de la mañana. Para qué contar más, al día siguiente... el pelito corto otra vez.

Al final, cuando ya estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, pocos años después de éste acontecimiento, volví a las andadas intentando dejarme la melena de nuevo y pensando que ésta vez sí que lo iba a lograr. Cuando ya "la cosa” estiraba notoriamente, viene mi madre un día y me dice: - ven conmigo, que vamos a un sitio -. Le pregunté: - ¿a qué sitio? -; - a comprar - me respondió. - ¡Uyy!, qué raro me suena eso… -, me dije. Con ojos de lince y haciéndome el tonto, decidí acompañarla para ver lo que pretendía. De vez en cuando, mientras caminábamos por la calle, le iba preguntando: - pero... ¿qué donde vamos? -, respuesta: - a un sitio -. Yo ya estaba con los cinco sentidos puestos en la situación esperando la sorpresa por cualquier lado. Fuimos caminando por varias calles hasta que llegamos a la puerta que se encontraba justo al lado de donde ella hacía la compra habitualmente, pero esa no era la puerta del comercio, claro, me quedé extrañado pensando que posiblemente hubiese encargado la compra con anterioridad y estuviese guardándosela algún vecino del edificio de al lado por cualquier motivo. Llamó al timbre y la puerta del portal se abrió sin que nadie preguntase quién llama. Comenzamos a subir las escaleras porque no había ascensor y subimos varios pisos. Nos acercamos a una de las puertas del rellano, y de repente, se abre la puerta y veo a un conocido peluquero homosexual del pueblo. Salí como un cohete a reacción escaleras hacia abajo mientras mi madre se rompía la garganta llamándome para que volviese a subir, pero yo saltaba las escaleras de siete en siete huyendo del lugar despavorido. Cuando nos encontramos en casa a la hora de comer yo llevaba un cabreo que, en vez de reñirme ella a mí, la reñí yo a ella por lo que me había hecho, claro, me llevó a un peluquero que no era el habitual para que no me negase a ir y que no pudiese reconocer el sitio hasta ya encontrarme en la misma puerta. Fue su estrategia, pero le salió mal.

Esa fue la última vez que visité a un peluquero en mi vida, exceptuando al del servicio militar ("El Pelucas") con el que años después no tuve más remedio que volver a claudicar y que, casualidades de la vida, además era de mi pueblo, aún sobre ser tan sólo tres personas las que coincidimos del mismo pueblo en aquel cuartel. Después de terminar la mili la melena volvió en poco tiempo a incorporarse a mi estética, y ésta vez... iba a ser para siempre.

En 1983-84 estaba estudiando en un instituto de otra población cercana a la mía. Durante ese año empezaba a conocer el Speed Metal, con bandas fundadas entre los años 80-83, como son Anvil, o Venom, éstos últimos fueron catalogados después como los padres de otros géneros que surgirían a posteriori, como el Black Metal o el Death Metal.

El Metal se había metido en mí con mucha fuerza en tan sólo un par de años, y llegó el día de fin de curso de ese año 83-84. Yo ya acumulaba varias cintas de Heavy y Hard-Rock en mi casa y para ese día había planeado llevármelas casi todas al instituto acompañadas de un radio-cassette portátil de 30 W reales (15 W por canal) que había comprado mi madre hacía muy poco. El aparato sonaba como los truenos y era maravilloso escuchar música en él. Pensé, que si mi madre me dejaba llevar ese “tanque” a la fiesta del instituto, la gente Heavy del centro iba a alucinar con ambos. Me costó sudor y lágrimas convencer a mamá, pero al final logré mi objetivo. Cogí ese cassette y treinta cintas Heavies y me coloqué un sombrero vaquero que le había regalado a mi padre un tipo fenómeno americano que se había casado con una prima suya y que solía venir con ella a visitarnos desde EE.UU. de vez en cuando. El sombrero era exactamente igual al que lucía el famoso J.R. en la serie de moda que se emitía por televisión: `Dallas´, y además, ellos también vivían en Dallas; un sombrero de auténtico Caw-boy. Cargué con los bártulos y me fui a coger el autobús como hacía todas las mañanas para ir a clase, excepto las que me iba haciendo auto-stop con el objetivo de quedarme el dinero del billete. Imagínense la cara de la gente cuando me vieron subir al autocar con el “tanque” y mi sombrero. Pero eso no fue nada comparado a cómo se quedaron mis compañeros y el dueño de la cantina del instituto cuando me vieron aparecer con el equipaje. Llegué a las 9 de la mañana y en esos momentos tan sólo había seis o siete personas dentro de la cantina. Enseguida me preguntaron: - ¿a dónde vas con eso? -, y les dije: - ¿hoy no es fiesta?, pues que se note -. Coloqué el aparato encima de una mesa y aquello empezó a tronar como un bombardeo. Me pedí una cerveza (1/3) y comencé a disfrutar de la música como un obseso. Los que me miraban no se lo creían. Poco a poco se fue corriendo la voz de que en la cantina estaba "El Heavy" (que es como me llamaban allí), con toda su artillería pegando fuerte, y poco a poco se fue llenando de gente. Los que iban llegando se quedaban alucinados en cuanto abrían la puerta del local, y aun no gustándoles esa música a la mayoría de ellos, ya no se marchaban de allí por la fiesta que se había montado. Yo me fui emocionando cada vez más y entonces me pedí una cerveza de 1 litro. Acto seguido me la coloqué en la boca y empecé a engullirla sujetándola con los dientes y con la cabeza mirando al techo mientras tocaba como un loco mi guitarra virtual. La gente se quedó de piedra mirando el espectáculo, mientras la cerveza caía hacia mi garganta sin cesar y a toda velocidad, hasta que se vació el litro. ¡Qué subidón me pegó más auténtico!, claro, entonces mi emoción subió de intensidad como lo hicieron mis ojos a consecuencia del gas de la cerveza. A la guitarra virtual ya la estaba aporreando con toda mi energía y la gente reía a carcajadas y disfrutaba de la fiesta casi tanto como yo. A las 6 horas, con la cantina a reventar, ya me había tomado 5 litros de cerveza del mismo modo que me había tomado el primero. Lo malo de esto es que, a las 4 de la tarde, tenía que actuar en una obra de teatro que habíamos preparado varios alumnos durante semanas para ese día con la profesora de humanística. Cuando llegó la hora de la función varios de mis compañeros de la obra me sacaron de la cantina recodándome que teníamos que actuar. Yo llevaba una cogorza impresionante, pero no quise quedarme sin actuar, y tambaleándome, me dirigí con ellos al salón de actos para vestirnos y prepararnos para la función mientras ellos se partían de risa de verme. La obra trataba de la prehistoria. Yo era el encargado de añadir un poco de humor en la función, ya que mi misión era salir de vez en cuando a escena haciendo contrastar la prehistoria con los tiempos modernos. Todos debían aparecer vestidos de trogloditas excepto yo, que tenía que salir vestido de Rockero, además de ser uno de los tres encargados de hacer los efectos especiales con sonidos únicos muy característicos que nadie más sabía hacer. El preparativo tras el telón fue espectacular. Siete u ocho chicas se me abalanzaron para maquillarme y me dejaron la cara casi como a uno de los KISS, y también me colocaron una peluca rubia muy larga que luego ya no quería devolver. Minutos antes de comenzar la función la sala ya se encontraba a rebosar de padres que habían venido a disfrutar del acto. Todos los participantes de la obra creían que iba a fastidiar la función por el estado en el que me encontraba. Pero nunca más lejos de la realidad; ¡la función fue un bombazo!. La gente se rió durante más de una hora a carcajada limpia y aplaudieron como descosidos en cada una de mis intervenciones sin saber el estado real en el que me encontraba, porque lo disimulaba perfectamente el maquillaje. La clave del éxito, a parte de algún detalle más, fue mi tremenda borrachera. Cada aparición en escena estaba ensayada con antelación, pero yo fui mucho más allá. 

Pondré un par de ejemplos:

en cierto momento debía entrar en escena mientras un troglodita intentaba pescar con una lanza, y mi misión era aparecer con una caña de pescar apoyada en el hombro, y chuleando debía decirle: - aparta que no te enteras -, y a continuación, desde detrás de la cortina, un compañero debía engancharme un pez en el anzuelo y acto seguido debía marcharme con la pesca mientras el troglodita se me quedaba mirando con cara de tonto. Pero la acción salió mejor de lo esperado. Salí al escenario dirigiéndome hacia ese primitivo y... a un metro de él, le dije: - aparta que no te enteras -, y le pegué un empujón que lo tiré abajo sin querer, justo por detrás de las cortinas donde se encontraba el compañero que me tenía que colocar el pez en el anzuelo. Luego éste me contó que cuando vio caer al primitivo no se lo creía y que le entró una risa que no podía parar. Imaginen pues el público.

En otra escena se abría el telón con dos primitivos remando en una canoa, uno muy grande y el otro muy pequeño. Al grande se le escapaba un cuesco del esfuerzo de remar. Entonces aparecía yo con un bote de ambientador haciendo que me había mareado mientras me tambaleaba del supuesto olor. Y vaya que si me tambaleé, las caídas al suelo fueron espectaculares y me quedaron como anillo al dedo por el trancazo que llevaba. Después de esa acción, mientras estaba el telón cerrado, se tuvo que reparar a toda velocidad el decorado de papel que había en el suelo porque lo levanté completamente todo, pero aun así, todos los participantes de la función que se encontraban tras las cortinas se meaban de la risa poniéndose las manos en la cabeza porque no se creían todavía lo que habían visto sus ojos. En definitiva, que fue la función de mi vida y creo que también la de la vida de más de uno.

Durante todos esos años tan maravillosos ocurrieron acontecimientos bastante significativos en la historia del Metal que prevalecen como únicos para cualquier nueva generación Metalera.

Existía por aquel entonces un programa de televisión que se llamaba `Aplauso´, al que más tarde se le cambió el nombre denominándolo `Tocata´. En ese programa conocí a muchos grupos de Heavy Metal y Hard Rock, sobre todo cuando hicieron un especial Heavy donde aparecieron, Ted Nugent, Meat Loaf, Van Halen y Obús entre muchos otros. En ese programa, que entonces estaba tan de moda, también conocí a Quiet Riot, que me parecieron como de otra galaxia. Al tiempo que ésta banda se daba a conocer, también lo hicieron muchas bandas de Hair Metal, Glam Metal y A.O.R. muy influenciadas por los míticos Aerosmith.

Poco tiempo más tarde, además de otros grupos, Exodus, Overkill, Metallica, Slayer, Anthrax, Kreator y Megadeth, o sea, el Thrash Metal, ya comenzaba a escucharse.

Por lo que se refiere a Exodus ya se escuchaban en EE.UU. en 1980 que es cuando se fundó la banda, pero en España se empezaron a conocer en 1985 con el `Bonded By Blood´, su primer álbum. Fue la banda insignia del Thrash Metal mundial, aunque la gente no la valoró en su momento como se merecían. De ahí que Metallica se hicieran con el trono.

Overkill también fue de los pioneros del Thrash junto a Exodus, pero se dedicaban mayormente a versionar a otros grupos. Su primer trabajo fue `Feel The Fire´ en 1985, aunque yo no los escuché hasta 1987 cuando lanzaron `Taking Over´.

Metallica se fundaron en 1981. Los escuché por primera vez en 1983 en una emisora de radio pirata cuando acababan de editar el `Kill´em All´ (en España no se comercializaron hasta unos años después). Fue durante la estancia en Barcelona en un viaje que hicimos un colega y yo durante ese verano.  

Slayer también se fundaron en 1981, pero su primer trabajo fue en 1983, `Show No Mercy´. A estos no los conocí hasta 1986 después de escuchar un disco del ´84, `Live Undead´, un Live que tan sólo se grabó con 50 personas seleccionadas y añadiéndole efectos para lograr aparentar que había mucha más gente. De todos modos, un discazo.

Anthrax fueron otros de los fundados en 1981. `Fistful Of Metal´ fue su primer disco en 1984. Los conocí un año después cuando me compré el vinilo `Spreading The Disease´ tras ver un video-clip en televisión de la canción A.I.R. que me impactó muchísimo.

Kreator iniciaron su andadura con el nombre de Tormentor en 1982, adquiriendo su actual nombre en 1985 al tiempo que sacaban su primer disco `Endless Pain´. Me los dió a conocer un colega más joven que yo que no estaba muy puesto en los estilos más clásicos, pero conocía muchos grupos nuevos de Thrash de los que tenía una buena colección de vinilos.

Megadeth se fundaron un poco más tarde que los anteriormente nombrados, en 1983 tras separarse Dave Mustain de Metallica y formar su propia banda. `Killing Is My Business… And Business Is Good´ en 1985 fue su primer disco. Yo los descubrí en 1987 por una cinta que un íntimo amigo mío que hice ese mismo año en la mili me regaló. El título de ese trabajo era `Peace Sells… But Who´s Buying?´, editado en 1986.

Así pues, la llegada del Thrash fue el arranque indiscutible de la mayoría de estilos extremos que existen en la actualidad, y estos seis grupos que acabo de nombrar, quedarán inscritos para siempre como los reyes y los más grandes del Thrash Metal de toda la historia.

Por otro lado, el Death Metal empezaba tímidamente a emerger. Possessed fueron los pioneros, y aunque la banda se formó en 1983, lanzó su primer álbum, `Seven Churches´ en 1985.

El 17 de enero de 1987, Metallica hacían en España su primera aparición en directo. Mi hermano, yo, y varios colegas más, estuvimos en ese magnífico concierto en el Palacio de los deportes de Montjuic. Al día siguiente de la actuación nos dirigimos a la estación de Sans de Barcelona a coger el tren para volver a casa. Compramos el billete y tuvimos que esperar un rato a que llegase el convoy. Mientras tanto, decidimos dar una vuelta por el interior de la estación mirando tiendas. Cuál fue mi sorpresa cuando nos encontramos con una tienda de discos. Desde la misma puerta se podía divisar el interior y vimos una estantería a rebosar de vinilos de música Metal. Entramos y nos pusimos a mirar como lobos. Había una sección donde se leía en un letrero: IMPORTACIÓN. Comencé a mover los dedos desesperado pasando uno a uno los LP´s que se encontraban en esa sección buscando la portada más bestial que fuese posible. Al final opté por coger el `Seven Churches´de Possessed, a los que ni siquiera conocía. Sin saberlo había adquirido una reliquia, puesto que años después, es catalogado como el primer disco de Death Metal de la historia (todavía lo conservo impoluto en mi colección a día de hoy). Casi simultáneamente, Celtic Frost lanzaban en 1984 `Morbid Tales´, disco que adquirí al poco tiempo de comercializarse, pero siempre ha sido un grupo difícil de catalogar para los entendidos, porque hacían muchos cambios en su estilo musical. Ese disco del ´84 fue catalogado como Black Metal, Death Metal o incluso como Metal extremo, dejando el camino libre al disco de Possessed como pionero en la rama del Death por esa duda en catalogar a Celtic Frost en un estilo u otro.
 

Sepultura aparecieron poco después, en 1986, y es otra de las bandas que empezaron haciendo Death, pero también variaron bastante su estilo. El primer LP que compré (`Beneath The Remains´) era su segundo trabajo y lo adquirí en un catálogo de una tienda distribuidora que se llamaba Metal-Star, la cual te enviaba, tras tu solicitud hecha a través de la dirección postal que aparecía en una revista de Heavy de la época, un catálogo bastante chapucero escrito a máquina de las que antiguamente se utilizaban, pero que me sirvió de mucho a la hora de conocer nuevos grupos, como Suicidal Tendencies, que traían el Hardcore Punk/Metal, o Helloween, que trajeron el Power Metal. Fueron los inicios de nuevos estilos de finales de los ´80 y que después se consolidarían en los ´90.

1 comentario:

  1. Joder... Y pensar que yo he tenido que nacer en el 93... me a pillado el capullo del flequillo por banda.

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