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miércoles, 14 de septiembre de 2022

BARÓN ROJO + LUZ CASAL + ZARPA - Alcira (1986)

No os asustéis, pero a mi colega alias “El Muerto” y a un servidor, se nos despertó un repentino deseo ingente de acudir a este concierto en aquel verano de 1986. Barón Rojo estaban en la cumbre por aquella época y no dolía en absoluto desplazarse a cien kilómetros para verlos en vivo. Se salían. Las otros dos invitados de la noche, como si no existieran.

En aquel entonces no disponíamos de coche y decidimos acudir en tren. Al llegar a La Estación del Norte de Valencia (que curiosamente está situada más bien al sur de la capital), despertamos. - ¡Uy!, ¿dónde estamos? - , dijimos extrañados al abrir los ojos a la par. Nos quedamos dormidos en esos aburridos semi-directos de eternas paradas. - ¿Y dónde está la gente? - , nos preguntábamos. Enseguida nos dimos cuenta de que era el momento de hacer el programado trasbordo para coger el tren que nos llevaría directos a Alcira. Bien comenzaba la cosa.

Recién llegados a la ciudad de los conocidos helados Avidesa, mi colega y yo estábamos desmayados y rápidamente nos pusimos a buscar un lugar para comer y tomar algo ya que el viaje se hizo eterno e íbamos a manos vacías. Nos metimos en el primer bar que encontramos. Allí comimos y cuando nos dirigimos a pagar vi una botella (de algún licor que no recuerdo) medio llena donde indicaba 85% vol. en la etiqueta. Le pregunté al barman: - ¿eso es verdad? - , señalando con mi índice la botella. Me respondió: - sí, claro que es verdad. La botella está al mismo nivel los tres años que llevo aquí trabajando -. Respondí: - pues como hoy es un día especial, no sé si verás bajar el nivel, pero yo no me quedo sin probarlo aunque tan apenas sea un sorbito - .

Y tras el ligero suspiro atómico de fuego, nos fuimos a buscar un pub para seguir calentando motores antes del evento. Enseguida encontramos uno del cual no recuerdo el nombre. Estábamos eufóricos y todavía eran las cinco de la tarde. Pero eufóricos porque se acercaba la hora del concierto, y no por el sorbito, aunque lo cierto es que sí que ayudó durante nuestra estancia en el pub, porque el show (de buen rollo) que montamos en la calle fue para enmarcar. No vayamos a demasiados detalles, pero mi colega K.O., y un servidor puteándolo haciéndole cosquillitas con un palito a ver si espabilaba. Allí fliparon y flipamos un buen rato.

Hasta que llegó el momento de partir hacia el campo de fútbol donde se celebró el concierto, del cual tampoco recuerdo el nombre. Mi colega ya se había recuperado y pronto llegamos al recinto. Al entrar nos dirigimos hacia el escenario. Actuaban Zarpa, Luz Casal y los últimos, Barón.

Comienzan Zarpa probando sonido con el bombo. Cada golpe era como un mazazo para mi alegría del tardeo. Y en unos segundos… K.O. también. Mi colega se vengó montando otro show. Con una hojita de césped se desahogó durante toda la actuación de Zarpa y la de Luz Casal. Hasta que llegó el momento que escuché: - ¡que va Barón Rojo! - . Como un muelle con balanceo incluido me puse en pie y allí estaban los Barón con Sherpa como referente.

Al poco rato de comenzar el directo, vimos que se estaban lanzando latas hacia un punto concreto. Tras unos temas con cierta incertidumbre, la banda dejó de tocar y Sherpa se dirigió al público avisando de que debía cesar el lanzamiento de latas o dejarían de tocar definitivamente. Pero, lamentablemente, no fue así. A día de hoy todavía no sé lo qué ocurrió, pero la policía cargaba y las estampidas de la gente corriendo hacia la grada eran tremendas. Las respuestas eran lluvias de latas cada vez mayores, lo que provocaba cargas todavía más duras por parte de la policía y respuestas cada vez más brutales con las latas.

Y así hasta que la cosa se desbocó, porque Barón pararon de tocar tras varios avisos y finalmente se marcharon. La gente se puso como loca y se lió parda. Salimos del campo a paso ligero casi sin ver a nuestros Barones. Sufrido el gran chasco, nos dirigimos hacia la estación de tren. La fiesta había terminado.

Ya cerca de aquella estación, algo distanciada y solitaria, divisamos que en la entrada no había nadie y procedimos a sacar el billete, pero la taquilla estaba por la parte del andén. Puse un pie en el andén y… unos 400 heavies reposaban sus espaldas sentados junto a la pared de la estación. El flash fue impactante. Nunca habíamos visto 400 heavies en una estación esperando un tren. El nuestro debía pasar a las 3:00 h. Así que allí estuvimos unas tres horas esperando. 

Acercándose la hora, nos íbamos levantando poco a poco situándonos cerca de donde debía parar. A un par de minutos de la hora, se divisó un convoy a lo lejos y casi todos nos pusimos en pie a esperar en el límite del andén asomando la cabeza para ver cómo se acercaba. Pero el tren no parecía reducir la velocidad porque cada vez estaba más cerca y venía como un rayo. Parece ser que alguien llamó notificando la situación y creo que nos discriminaron por ser 400. ¡Fummmm!, el tren nos pasó a menos de un metro a toda velocidad sin detenerse. La gente comenzó a mosquearse y algunos saltaron a las vías para lanzar piedras a la parte trasera de un tren que se alejaba a todo meter. Pero lo gordo estaba por llegar, porque no paró ni el siguiente, ni el siguiente, ni ninguno.

Evidentemente, la gente enfureció, hasta tal punto que la estación quedó completamente destrozada. De hecho, tiempo lo hubo de sobra para destrozarla hasta no dejar sana ni la campana, porque a las 7:00h apareció un tren COMPLETAMENTE VACÍO en exclusiva para nosotros tras siete horas de intensa y entretenida espera. Entramos a él como vikingos (doy fe) y, por si las moscas, no pasó ni el revisor. Si lo llegamos a saber...

Para bien o para mal, ciertamente inolvidable. ¿La entrada? a saber dónde estará después de tanto ajetreo.