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jueves, 20 de septiembre de 2018

RAMONES - Sala Arena (Valencia 1989)

Una de las bandas míticas de la historia del rock son Ramones. En este caso, y más concretamente, hablamos de una banda de punk-rock neoyorquina que marcó diferencias. 

Aún recuerdo aquella cinta (MC) que escuchaba con mi primer walkman, un trabajo titulado “Pleasant Dreams” de 1981 que al principio no me llamaba demasiado la atención, ya que el estilo musical estaba fuera del espectro Metalero hacia el que ya solía decantarme por esos años. Pero, tras una atenta escucha con los cascos a todo volumen, llegué a apreciarlo de por vida junto a otros discos de grupos no Metaleros que también llegaron a encandilarme, como son el “Just Supposin’…” de Satutus Quo o el “Eye in the Sky” de The Alan Parsons Project

Años más tarde, me interesé por escuchar otros trabajos de Ramones (no todos), pero ninguno me llegó como me llegó el citado, excepto alguna canción suelta como: “Somebody Put Something in My Drink”, “I Believe in Miracles” o “Blitzkrieg Bop”. Pero no es mi estilo. Así que ese álbum de los sueños placenteros siempre fue mi referente y preferente de la banda. 

Dicho esto, el 10 de Febrero de 1989 se cocinaba un concierto de Ramones en la Sala Arena de Valencia sólo unos meses antes de la actuación de Status Quo en el mismo escenario. 

Un directo que se avecinaba interesante con Joey, Dee Dee, Marky y Johnny Ramone. Por supuesto, nadie se esperaba lo que iba suceder en un futuro no tan lejano y ahora valoro notablemente el hecho de mi asistencia y su presencia en ese directo. 

Como siempre, acudimos varios colegas a disfrutar de una noche de rock en la ciudad levantina. Algunos buenos seguidores de la banda y otros no tanto, pero igual de curiosos por no perderse el evento. 

Era mi primera visita a la Sala Arena y quedé sorprendido. Me gustó. No era demasiado grande pero podía albergar fácilmente a más de 1000 personas. Arriba tenía un espacio provisto con barra y una barandilla enfrente desde donde podías disfrutar de un concierto con una buena vista sin demasiados agobios. Abajo era distinto, todo se apretaba más y más, pero vivías el directo intensamente. 

Este en concreto, y pese a estar inmersos en un ambiente excepcional, no me convenció. Sinceramente, y a modo muy personal, esperaba otra cosa. Las canciones se parecían unas a otras como cosa mala. One, two, three, four! ... y comenzaba un tema. One, two, three, four! ... y comenzaba otro casi calcado al anterior. One, two, three, four! … y más de los mismo, mientras un servidor esperaba ansioso a que sonara tan sólo un tema de aquel maravilloso “Pleasant Dreams” del ‘81. Así, hasta el final del bolo sin ver mi pequeño sueño cumplido. 

Eso sí, para los buenos seguidores e incondicionales de la banda este fue un concierto único e inolvidable. Eso no lo dudo. Se lo pasaron en grande. De hecho, esta actuación era la segunda consecutiva, ya que el día anterior también actuaron. Se agotaron las entradas a la velocidad del rayo y mucha gente se quedó con las ganas. Así que este era su segundo directo en dos días (9 y 10 de febrero) 

Y también es cierto que la peculiar presencia de los Ramone en escena fue algo para conservarlo en la memoria. Esa pinta pasota y amacarrada con indumentaria incondicional, adornada con esos flequillos marca de la casa, dejaron una perdurable instantánea en muchas mentes de los asistentes, incluida la mía, ya que tomar instantáneas con cámaras de las de antaño era tarea casi imposible. No por la multitud o por la calidad de la cámara, sino por su conflictivo tamaño, que era un verdadero incordio a la hora de intentar colarla en un evento, y digo colarla, porque si te pillaban una cámara durante el registro en la entrada, tenías dos opciones: o bien volvías al coche a dejarla o bien te quedabas sin ella si tu intención era la de entrar sin querer hacer cola de nuevo. 



Entrada Ramones