Este concierto en España que tenía previsto la banda debía haberse realizado durante los últimos meses de 1986, acompañados de Anthrax como teloneros. Pero el fatídico accidente de aquel maldito autobús en Suecia truncó esos planes a causa de la muerte de Cliff Burton. Así que la banda retrasó esa actuación en nuestro país hasta el 17 de Enero del 1987. Para esa ocasión, los teloneros también cambian, ya no son Anthrax los que vendrían acompañando a James y cía, sino… Metal Church, banda estadounidense con David Wayne como vocal a la que entonces tan apenas conocía casi nadie.
El viaje a la ciudad condal lo hicimos en tren colegas de Onda, de Burriana, mi hermano y yo, todos más que ilusionados de saber que íbamos a ver a Metallica en su primera aparición en España, cosa que para entonces era como un sueño el cual se nos iba verdaderamente a materializar. Llegamos unas horas antes del concierto y estuvimos dando una vuelta por La Rambla, donde aprendimos de lo que tratan y lo que buscan las distintas mesas que nos encontramos por esa avenida y que se dedicaban a hacer juegos de cartas con el pretexto de engañar a los transeúntes retándolos a adivinar la posición de cierta carta, como lograron hacer con alguno de nuestro grupo, al cual tuvimos que arrancar literalmente de uno de esos juegos antes de que perdiese más dinero del que ya le habían hecho perder, tanto el manipulador de las cartas, como todos los compinches que tenía por su alrededor y que tardamos pocos minutos en descubrir por su persistente y exagerada insistencia dando ánimos al apostante para que subiese la apuesta en cada elección.
Luego nos dirigimos a casa de un conocido de uno de mis colegas, donde hicimos tiempo hasta la hora del concierto. Allí fue donde conocí por primera vez a Girls School, grupo femenino de Hard Rock que todavía no había tenido el gusto de escuchar.
En esa casa es donde comencé a sentir el gusanillo en el estómago por la emoción que me causaba pensar que iba a ver a los Metallica en directo. Pero creo que ninguno éramos conscientes de que esa actuación iba a ser años después una actuación excepcional y única que pasaría a formar parte de nuestra historia y también de la historia de esta banda en nuestro país. Nadie pensó que 25 años después Metallica estarían donde estarían (o mejor… estuvieron, hasta su cambio de look a principios de los ´90), entonces tan sólo era un grupo más o menos nuevo que nos volvía locos escuchar.
Cuando llegó la hora nos desplazamos en taxi hasta el Palacio de los deportes de Montjuic, justo el mismo lugar donde un mes antes habíamos podido disfrutar del concierto de Iron Maiden + W.A.S.P. cuando los británicos venían a presentarnos el `Somewhere in Time´.
Al llegar a la puerta, seguridad nos despojó totalmente de todas nuestras muñequeras de remaches con las que nos habíamos equipado para el momento, asunto que en ese instante nos dejó como desnudos al mismo tiempo que decepcionados, y más tarde, todavía peor por no haber podido recuperarlas después del concierto, cosa que nos prometieron al quitárnosla y que inocentemente nos creímos, tal vez porque en la cabeza tan sólo llevábamos el lograr entrar de inmediato a ese recinto para poder ver a nuestra banda favorita.
Entrada Metallica |
En cuanto cruzamos ese dichoso control policial nos dirigimos hacia una de las bocas que dan acceso al pabellón por la parte más alta. Nada más asomar la cabeza para mirar quién estaba actuando, se me sobresaltó el corazón, mientras preguntaba: "¿esos son Accept?, pues… ¿no pone Metal Church como teloneros en la entrada?". Inmediatamente quedamos mudos escuchándolos y verdaderamente parecían Accept, pero no lo eran. ¡Uffff, qué susto!, si hubiesen sido ellos de verdad, tal como estaban los Accept en esos años, nos volvemos majaretas de la alegría.
Tras la aclaración, decidimos bajar hasta la pista para intentar ubicarnos lo más cerca posible del escenario. Llegamos hasta abajo sorteando a la multitud que se congregaba por las gradas y las escaleras, pero una vez allí no había hueco alguno para situarnos cerca del escenario. Así que fuimos buscando colocarnos poco a poco más hacia atrás, hasta que conseguimos posicionarnos en un lugar centrado mirando al escenario pero distanciados a unos 30 metros de él.
Ahí permanecimos durante casi toda la actuación de Metal Church que, aunque inicialmente a todos nos gustaron, apenas atendimos debido a la gran tensión que nos invadía a cada uno de los presentes por lo que íbamos a ver a continuación. Estábamos apretados como sardinas en lata y cada minuto que pasaba aún se notaba más la presión y la tensión entre la multitud.
Pegados completamente a mí estaban mi hermano y mi colega “El Chino”, con los que tenía comentarios sobre el ambientazo que había en el lugar mientras veíamos acabar la actuación de los teloneros. Al terminar estos, un acentuado murmullo general hacía que te subiese por el cuerpo una sensación electrizante, algo muy parecido a lo que sientes de niño cuando te levantas por la mañana el día de Reyes.
El recibimiento fue apoteósico (y me quedo corto). Creo que fue la mejor sensación que he podido vivir en un concierto. Las avalanchas de la gente fueron impresionantes, brutales y eufóricas en su máxima expresión. En menos de cinco segundos, mi hermano, mi colega y yo nos habíamos separado a más de 10 metros entre nosotros, cada uno estaba en un sitio diferente dejándose llevar por las “olas” de gente que nos arrastraban. Yo ni siquiera tocaba el suelo, flotaba por encima de las piernas de la multitud como en un baño de espuma, vamos, que estuve durante más de dos minutos sin tocar literalmente el suelo y creo que mis acompañantes tampoco lo tocaban.
Y mientras “navegábamos”, estirábamos el cuello como locos para no perdernos detalle, porque allí estaban esos Metallica tan deseados y aclamados, sin apenas decoración, con un juego de luces de lo más normal y con sus pintas Thrasher luciendo únicamente camisetas de manga recortada a ras de hombro. Y…, nunca mejor dicho, se “arremangaron" y comenzaron a deleitarnos con una avalancha de puro Thrash americano tocando una buena ensalada de magníficos temas de sus tres primeros Long Play´s como respaldo.
Entrando con `Battery´ (la gente se puso como loca), continuando con `Master of Puppets´ (ya ni te cuento), `From Whom the Bell Tolls´,`Welcome Home (Sanctium)´, `Ride the Lightning´, `Bass solo´, `Whiplash´, `The Thing That Should Not Be´, `Fade to Back´, `Seek & Destroy´, `Creeping Death´, `The Fur Horsemen´, `Guitar solo´, `Am I Evil?´ y concluyendo con `Damage Inc.´, fueron los temas del setlist que nos ofrecieron y con el que lograron cautivar y complacer a todos los entusiasmados asistentes que allí nos encontrábamos.
Un conciertazo inolvidable para cualquiera de los que estuvo allí aquella noche tan especial, gratificante y por supuesto, inolvidable donde las haya. Algo único e irrepetible que seguro quedó grabado para siempre en todas las retinas y cerebros que lo contemplaron, pero al mismo tiempo, también fue una verdadera lástima; por tan apenas tres meses no pudimos disfrutar de este evento con Cliff Burton en escena, al igual que le hubiese gustado a él, de eso estoy seguro. Una pena.