Todos los buenos Metaleros sabemos que cada grupo de Metal dispone de su propio rótulo identificativo. Es un gozo
incomparable cuando cualquiera de nosotros nos quedamos observando esas letras
tan bien creadas por sus autores y que deslumbran a la vista. Los autores tienen con ellos una capacidad envidiable para conseguir
llamar la atención de cualquier Metalero.
Existen de todos los tipos que uno se
pueda imaginar, y por muchos que existan, siempre aparecen más, que de nuevo lograrán llamarnos poderosamente la atención.
Recuerdo a un compañero de “mili” (F.P. Moscardó), un buen tipo de la ciudad de Xàtiva al que hicieron cabo. Un día se trajo al cuartel una libreta en la que había cientos de esos letreros dibujados sin calca por él mismo que me dejaron atónito por la belleza y perfección con que los había dibujado. Parece ser que se dedicaba a buscar en revistas para luego copiar a pelo cada uno de ellos. Un fenómeno.
Recuerdo a un compañero de “mili” (F.P. Moscardó), un buen tipo de la ciudad de Xàtiva al que hicieron cabo. Un día se trajo al cuartel una libreta en la que había cientos de esos letreros dibujados sin calca por él mismo que me dejaron atónito por la belleza y perfección con que los había dibujado. Parece ser que se dedicaba a buscar en revistas para luego copiar a pelo cada uno de ellos. Un fenómeno.
Mucho antes de esto, con tan sólo 13 añitos, recuerdo que en clase siempre me gustaba sentarme en las últimas filas
para pasar desapercibido por el profesor y así poder dibujar ese tipo de
letreros en las últimas páginas de todas y cada una de mis libretas. Me quedaba
en blanco dibujando mientras el profesor daba la clase, e intentando llenar
toda una hoja sin repetir modelo. De muchos de ellos me inventaba a mi antojo el
tipo de letra, pero los de AC/DC y Iron Maiden los dibujaba idénticos, y de
hecho, los sigo dibujando exactamente igual que el original, porque de tanto
observarlos cuando escuchaba sus Long
Plays, se me quedaron grabados en mi cabeza tal cual y para toda la vida.
Tal fue la obsesión que tuve con ellos
que los dibujaba allá por donde pasaba, incluso los rotulé en mi chaleco
vaquero de manga recortada con un rotulador permanente de esos de punta gorda y
ocupaban toda la espalda de hombro a hombro y de costado a costado.
Hasta que un día, se me ocurrió
dibujarlos en la parte trasera del asiento de uno de los autobuses que cogía
todas las mañanas para ir al instituto. Tan sólo me hicieron falta 14 km. para
dejarlos perfectos mientras el autobús marchaba hacia su destino y sin siquiera
temblarme el pulso con los baches. Menudos letreritos dejé en el asiento, dos
palmos de letrero por cada grupo que destacaban a distancia como una obra de
arte. Llegué a mi parada, bajé del vehículo y me fui a clase tranquilo y orgulloso
de haber dejado mi estampa en el autocar, incluso pensé que le gustaría a quien
lo viese.
Pasé todo el día en el centro educativo,
y al terminar las clases, regresé de nuevo a casa. En cuanto entré por la
puerta me enganchó mi padre por banda sin haber dicho ni hola: "¿quién ha
pintado esos letreros en el autobús?", me dijo con cara de muy mala leche; "¿qué
letreros?", pregunté con las piernas temblorosas. "Tú ya sabes qué letreros, has
sido tú ¿verdad?, dilo". "¡Coño!", me dije para mis adentros, "¿cómo es posible
que sepa que he sido yo?, si no se ha movido del pueblo, ni tampoco iba en el autobús…
no lo entiendo"; "ya sé, pensé, alguien que él conocía iba en ese bús y se lo ha
contado porque me vería hacerlo; qué putada, tendré que reconocerlo, no me
queda más remedio". Y es lo que hice. "Si papá, he sido yo, pero creía que no
pasaría nada si los dibujaba, por eso lo hice", le dije. Claro, evidentemente,
menudo paquetón me dio después de escuchar mis palabras, vamos, que casi se
queda sin saliva.
Al día siguiente volví a la estación a
coger de nuevo el autobús para ir a clase. No era el mismo del día anterior,
pero el conductor sí. En cuanto subí por las escaleras de acceso, allí estaba
el tipo con cara de pocos amigos mirándome fijamente; pasé por su lado mirando
hacia el suelo y me dirigí a sentarme. No me dijo nada pero… ¿por qué narices
me ha mirado así ese tipejo?, me pregunté, ¿es que acaso sabrá también que he
sido yo el de los letreros?
Señores, la respuesta es sí, lo sabía,
claro que lo sabía, y tanto que lo sabía. ¡EL CHALECO ME DELATABA! ja, ja, ja, ayyy,
ignorante de mí.
Pues no me he llevado yo capones en el colegio y en el instituto por estar enfrascado en mis obras de arte pupitriles, aunque la vez que más me impactó fue en 3º de bup cuando un profesor sustituto, tras ver que en mi mesa no se veía ni un trozo de madera salió un momento de clase y lo veo venir con un paño y limpia-cristales, ¡¡¡pero con una cámara de fotos!!!, le sacó 3 fotos a la mesa y luego me hizo limpiarla.
ResponderEliminarAl día siguiente se pasó por clase y me dio una copia de las 3 fotos ^^
Pues guarda bien esas fotos, son un buen recuerdo.
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