Era la
primera vez que iba a ver a mi grupo favorito por excelencia dentro del mundo
del Rock & Metal, los Status Quo,
banda a la que seguía muy de cerca durante la década de los ´80 que me aportó
todo lo deseable para hacerme sentir a lo grande lo que es el buen Rock. También
logró que más tarde no me sonase el Heavy Metal a nada raro.
Tal día como
un 23 de Noviembre de 1989, y justo el mes en el que publicaban su `Perfect Remedy´,
se preparaba el directo en la Sala Arena Auditorium de Valencia, donde tan sólo unos meses antes habíamos visto a Ramones con tres de sus componentes originales. Así que varios
colegas y yo decidimos acudir al lugar.
La sala estaba abarrotada (a ojo de buen cubero... unas 1000-1500 personas más o menos). Nada más entrar
subimos a la segunda planta a pedirnos unas copas y poco después bajamos a
donde se encontraba ubicado el escenario, mientras ya nerviosos, buscábamos
un hueco entre la gente.
Pronto se apagaron las luces y un sonido guitarrero muy
peculiar y conocidísimo invadió la sala entre una tremenda aclamación general
que me puso los pelos como clavos. Eran las primeras notas de la
primera canción de Status Quo que yo
había escuchado en mi vida, `Whatever You Want´, el tema que me consagró como
Rockero en los años ´70.
Empujé como poseído hacia delante poniendo toda la carne
en el asador, intentando colocarme en primera línea de combate entre la
multitud que allí se congregaba como sardinas en lata, pero una vez llegué a
segunda fila observé que el último chico que me quedaba por superar, estaba
viviendo el momento tan eufórico y con tal emoción suprema, que decidí quedarme
justo detrás y disfrutar con él del concierto. Francis Rossi estaba a
escasos centímetros de nosotros, podíamos tocar su zapato con tan sólo estirar
el brazo y eso hacía que aumentase nuestra euforia a niveles estratosféricos.
Estaba disfrutando como nunca, tanto por ver a mi banda preferida a un palmo de
mi cara, como por ver a ese chico disfrutando al mismo nivel que yo. Él también
se dio cuenta de mi gran incondicionalidad hacia los Quo y compartimos momentos únicos cantando juntos como el que más
cada uno de los temas con los que nos deleitó la banda. Nos las sabíamos todas
de memoria (yo en “Spanglish” J).
`Don´t Drive My Car´ fue la que más fuerte y con
más ímpetu cantamos los dos. Al terminar ese tema extendí el brazo hacia arriba
lanzándole un brindis a Rossi con el poco líquido que quedaba en mi vaso mientras
le chillaba como loco. Este agachó la cabeza, y clavándome su mirada, me dijo
sonriendo: "thank you!".
¡Buffffff!, ¡ME HABÍA DADO LAS GRACIAS MI ÍDOLO!
jojojojo …se me quedó el `thank you´ grapado en la cabeza para toda la vida, de hecho, todavía
siento esa emoción cuando le recuerdo mirándome con esa sonrisita picarona tan propia
del señor Francis, ya que en aquellos tiempos y con esa edad veinteañera, tocar, hablar, o lograr que te dirigiese la mirada algún componente de bandas de Rock o Metal de calado, era casi como conseguirlo de un Dios mitológico. Y lo entiendo muy bien, porque entonces las
bandas más punteras eran (entre otras) bandas como los mismos Quo, AC/DC, Dire Straits, Gary More, Iron
Maiden, Sepultura, Metallica, Alice Cooper, Ozzy Osbourne, Judas Priest, Kiss,
Anthrax, Dio… .
El concierto
fue un recital inconmensurable, en el que nos deleitaron con grandes temas como
`Ain´t Complaining´, `Caroline´, `Rock´n Roll Over The World´, `Livin On An
Island´… y prácticamente todas las que queríamos escuchar, o casi todas. Unas
sonaron completas y otras formaron parte de una batería de repaso sin cortes,
vamos, lo que aquí llamamos un “mezclaillo” que recogía muchos de sus mejores
éxitos. Todo con un sonido potente y perfecto como yo esperaba, ya que conocía
de la calidad y la potencia que los caracterizaba. Ese ha sido siempre uno de
sus puntos fuertes. Además, repartieron simpatía a diestro y siniestro como
nunca lo había visto hacer a ninguna otra banda. La gente se lo pasó en grande.
Al retirarse
del escenario, justo después del bis correspondiente que el público tanto aclamó,
nos dejaron un silencio en la sala y una sensación de vacío bestial. Nos quedamos
anonadados tras el vendaval de exitazos exhibidos con esa guinda de sonido de calidad
Quo. Habíamos visto un conciertazo de
los gordos de esos maravillosos tipos a los que tanto observaba en las portadas
y contraportadas cuando escuchaba sus Long Play´s en mi casa… y no terminaba de
asimilarlo.
Antes de
empezar el concierto, había visto unas vallas delimitando un paso por un costado
del escenario y pensé en acudir allí en cuanto acabasen el directo para intentar
conseguir un autógrafo, todo pensando en que pasarían por ese tramo. Pero me salió mal el plan. El grupo abandonó el
escenario por detrás de las tablas y en cuanto desaparecieron de mi vista ya no
llegué a divisar si pasaron por allí, porque no pude salir a tiempo de
entre las primeras filas por la aglomeración de público que tenía a mis
espaldas y los altavoces me tapaban esa visión.
De todos modos se me quedó en
el recuerdo una soberbia actuación y ese simpático agradecimiento que me lanzó
Rossi a menos de un metro. Con eso me fui más que satisfecho. Fue de lo mejorcito que han visto mis
ojos. Y es que Status Quo fueron y todavía son (en 2012, fecha de este post) muy muy grandes. Por algo son una de las bandas más longevas de la historia del
Rock, junto a Rolling Stones, The Zimmers
y The Who, aunque estas ya no me van tanto… o casi nada.
Durante el
viaje de vuelta la conversación fue constante y unánime: ¡increíble!,
¡impresionante!, ¡son buenísimos!, ¡que conciertazo hemos visto!, ¡se salen!,
¡aún estoy flipando!, ¡cómo suenan esos tíos!, ¡a mí no me acababan... y ahora me molan!, ¡esto hay que repetirlo! …y no era para menos.
Sin duda, uno de los cinco mejores directos que he vivido hasta la fecha.
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