No os asustéis, pero a mi colega alias “El Muerto” y a un servidor, se nos despertó un repentino deseo ingente de acudir a este concierto en aquel verano de 1986. Barón Rojo estaban en la cumbre por aquella época y no dolía en absoluto desplazarse a cien kilómetros para verlos en vivo. Se salían. Las otros dos invitados de la noche, como si no existieran.
En aquel
entonces no disponíamos de coche y decidimos acudir en tren. Al llegar a La
Estación del Norte de Valencia (que curiosamente está situada más bien al sur de la
capital), despertamos. - ¡Uy!, ¿dónde estamos? - , dijimos extrañados al abrir
los ojos a la par. Nos quedamos dormidos en esos aburridos semi-directos de
eternas paradas. - ¿Y dónde está la gente? - , nos preguntábamos. Enseguida nos
dimos cuenta de que era el momento de hacer el programado trasbordo para coger
el tren que nos llevaría directos a Alcira. Bien comenzaba la cosa.
Recién
llegados a la ciudad de los conocidos helados Avidesa, mi colega y yo estábamos
desmayados y rápidamente nos pusimos a buscar un lugar para comer y tomar algo
ya que el viaje se hizo eterno e íbamos a manos vacías. Nos metimos en el
primer bar que encontramos. Allí comimos y cuando nos dirigimos a pagar vi una
botella (de algún licor que no recuerdo) medio llena donde indicaba 85% vol. en
la etiqueta. Le pregunté al barman: -
¿eso es verdad? - , señalando con mi índice la botella. Me respondió: - sí,
claro que es verdad. La botella está al mismo nivel los tres años que llevo
aquí trabajando -. Respondí: - pues como hoy es un día especial, no sé si verás
bajar el nivel, pero yo no me quedo sin probarlo aunque tan apenas sea un
sorbito - .
Y tras el
ligero suspiro atómico de fuego, nos fuimos a buscar un pub para seguir
calentando motores antes del evento. Enseguida encontramos uno del cual no
recuerdo el nombre. Estábamos eufóricos y todavía eran las cinco de la tarde.
Pero eufóricos porque se acercaba la hora del concierto, y no por el sorbito,
aunque lo cierto es que sí que ayudó durante nuestra estancia en el pub, porque
el show (de buen rollo) que montamos en
la calle fue para enmarcar. No vayamos a demasiados detalles, pero mi colega K.O.,
y un servidor puteándolo haciéndole cosquillitas con un palito a ver si
espabilaba. Allí fliparon y flipamos un buen rato.
Hasta que
llegó el momento de partir hacia el campo de fútbol donde se celebró el
concierto, del cual tampoco recuerdo el nombre. Mi colega ya se había
recuperado y pronto llegamos al recinto. Al entrar nos dirigimos hacia el
escenario. Actuaban Zarpa, Luz Casal y los últimos, Barón.
Comienzan
Zarpa probando sonido con el bombo. Cada golpe era como un mazazo para mi
alegría del tardeo. Y en unos segundos… K.O. también. Mi colega se vengó montando otro show. Con una hojita de césped se
desahogó durante toda la actuación de Zarpa y la de Luz Casal. Hasta que llegó
el momento que escuché: - ¡que va Barón Rojo! - . Como un muelle con balanceo
incluido me puse en pie y allí estaban los Barón con Sherpa como referente.
Al poco rato
de comenzar el directo, vimos que se estaban lanzando latas hacia un punto
concreto. Tras unos temas con cierta incertidumbre, la banda dejó de tocar y
Sherpa se dirigió al público avisando de que debía cesar el lanzamiento de
latas o dejarían de tocar definitivamente. Pero, lamentablemente, no fue así. A
día de hoy todavía no sé lo qué ocurrió, pero la policía cargaba y las
estampidas de la gente corriendo hacia la grada eran tremendas. Las respuestas
eran lluvias de latas cada vez mayores, lo que provocaba cargas todavía más
duras por parte de la policía y respuestas cada vez más brutales con las latas.
Y así hasta
que la cosa se desbocó, porque Barón pararon de tocar tras varios avisos y
finalmente se marcharon. La gente se puso como loca y se lió parda. Salimos del
campo a paso ligero casi sin ver a nuestros Barones. Sufrido el gran chasco,
nos dirigimos hacia la estación de tren. La fiesta había terminado.
Ya cerca de aquella estación, algo distanciada y solitaria, divisamos que en la entrada no había nadie y procedimos a sacar el billete, pero la taquilla estaba por la parte del andén. Puse un pie en el andén y… unos 400 heavies reposaban sus espaldas sentados junto a la pared de la estación. El flash fue impactante. Nunca habíamos visto 400 heavies en una estación esperando un tren. El nuestro debía pasar a las 3:00 h. Así que allí estuvimos unas tres horas esperando.
Acercándose la hora, nos íbamos levantando poco a poco situándonos cerca de donde debía parar. A un par de minutos de la hora, se divisó un convoy a lo lejos y casi todos nos pusimos en pie a esperar en el límite del andén asomando la cabeza para ver cómo se acercaba. Pero el tren no parecía reducir la velocidad porque cada vez estaba más cerca y venía como un rayo. Parece ser que alguien llamó notificando la situación y creo que nos discriminaron por ser 400. ¡Fummmm!, el tren nos pasó a menos de un metro a toda velocidad sin detenerse. La gente comenzó a mosquearse y algunos saltaron a las vías para lanzar piedras a la parte trasera de un tren que se alejaba a todo meter. Pero lo gordo estaba por llegar, porque no paró ni el siguiente, ni el siguiente, ni ninguno.
Evidentemente,
la gente enfureció, hasta tal punto que la estación quedó completamente
destrozada. De hecho, tiempo lo hubo de sobra para destrozarla hasta no dejar
sana ni la campana, porque a las 7:00h apareció un tren COMPLETAMENTE VACÍO en
exclusiva para nosotros tras siete horas de intensa y entretenida espera.
Entramos a él como vikingos (doy fe) y, por si las moscas, no pasó ni el revisor.
Si lo llegamos a saber...