Sí, hablamos
un poco del festival de San Isidro 89 en Madrid, pero antes nos situamos en la
historia para centrarnos, porque la coincidencia lo requiere.
A finales de
los ’80, el pueblo de Onda tenía el privilegio de disfrutar de excelentes
partidos de fútbol sala en el Pabellón Municipal. La empresa Azseder, más tarde
llamada Navarti, disponía de un equipo de primera división.
Azseder Onda (poco después
derivando sus jugadores a Macer Almazora, Pozo Murcia y más tarde… a Playas de
Castellón) estaba en lo más alto de la tabla clasificatoria, disputándose el
título de Liga año tras año durante varias temporadas en una única y gran época
para el fútbol sala de nuestra localidad.
Durante esos
maravillosos años los miembros de la peña de amigos aficionados autodenominados
`Los Ultra-Patos´, fueron quienes más arroparon al equipo allá donde iba en sus
desplazamientos. Incluso el legendario periodista José María García se recreó
dedicándonos un artículo en el diario AS no muy amigable. José María era un
provocador nato en aquella época y fuimos víctimas directas de sus comentarios.
Aun así, fue todo un orgullo para nosotros haber sido cebo de sus críticas.
Se creó un
lazo de unión entre el equipo y esos leales aficionados que difícilmente el
tiempo la podrá borrar. Pato, Marabú,
Ferreira, Ángel, Vicentín, Casanova, Olegario y otros tantos, fueron quienes
nos hicieron disfrutar de lo lindo en cada partido, ganasen o perdiesen. Eran grandes
con el balón en sus pies y fuera de la cancha.
Azseder Onda |
El nombre de
la peña se tomó en honor al jugador “Pato”, un jugador de gran carácter que
también jugó en la selección española de fútbol sala. Era un terremoto. Su impetuosa
personalidad lo hacía especial.
Aquí está el
carnet de la peña (por llamarlo de algún modo). Se conserva un poco deteriorado
pero existe jeje, que es lo esencial. Por la parte trasera se ven las firmas de todo
el equipo, donde se pueden apreciar los garabatos de todos ellos debido a que firmaron
en el autobús en marcha durante uno de los viajes.
Carnet Ultra-Patos (Side A) |
Carnet Ultra-Patos (Side B) |
En cierto
momento durante el campeonato de Liga se dio que, Azseder Onda, debía
desplazarse a Madrid tres veces seguidas en sus tres siguientes visitas a
domicilio. Torrejón de Ardoz (en dos ocasiones) y Coslada fueron los lugares
donde se disputaron esos tres partidos.
Los dos
primeros fueron contra Marsanz Torrejón y Redislogar Cotransa. El tercero fue
contra Interviú Lloyds y fue el que marcó diferencias.
El asunto es
el siguiente:
El sábado 20
de mayo de 1989 se celebraba en Madrid un festival Metal en La Casa de Campo en el que participaban los siguientes
grupos:
· Lancelot, Kreator, Raven,
Sangre
Azul y Barón Rojo.
Una entrada
costaba 500 pesetas (3€ de los de ahora). Ver para creer.
Entrada Festival - Casa de Campo |
Por otra
parte, el partido contra Interviú Lloyds se disputaba al día siguiente, concretamente el domingo
21.
Ambas fechas
eran idóneas para un servidor porque el equipo se desplazaba a Madrid el sábado
y al día siguiente se disputaba el partido. Por lo tanto, la jugada salía
redonda, ya que los aficionados viajábamos en el mismo autobús que los
jugadores y en este caso me ahorraba el viaje para ver el
festival del sábado, puesto que el equipo viajaba ese sábado hacia Madrid y pasaban la noche en un hotel hasta el domingo.
Algún
coleguilla Metalero que no formaba
parte de ese grupo de aficionados supo pronto sobre el evento musical y me
comentó que quería acudir. Evidentemente, contesté que yo iba con el equipo de
fútbol sala, pero también le comenté que si se comprometía a venir al partido de
Azseder vs Interviú del domingo, podría hacer algo para que viniese en el
autobús con la afición. Y le pareció bien. Se comprometió.
Pero... lo que
pasa, que luego se apuntó más gente y al final fueron ocho o diez Metaleros en el autocar. Eso sí, todos
tuvieron que comprometerse en acudir al partido del domingo para animar al
equipo, pues de lo contrario, mi esfuerzo para conseguir meterlos en ese autobús
quedaría obsoleto de confianza ante el mister y ante el propio equipo. Es
decir, les salía el viaje gratis con esa condición. Hasta ahí todo perfecto, excepto alguno que intentó faltar a su palabra en el último momento.
Pero lo
sorprendente fue al día siguiente del festival cuando nos dirigimos hacia el
hotel donde estaba ubicado el equipo. Fuimos a esperar a los jugadores para
darles ánimos antes de partir hacia el Pabellón Polideportivo de Coslada.
La sorpresa
surgió cuando apareció uno de los jugadores y nos dio la siguiente información:
“no sé por qué, pero me he enterado de que el mister no quiere que entréis al
pabellón”. “¿CÓMO?”, le respondí, “eso no es como habíamos quedado. Además,
hemos estado paseando por Madrid durante el resto de madrugada en dirección
hacia el hotel sólo por hacer tiempo y por no caer rendidos tras el evento
musical, no íbamos a alquilar habitaciones para 4 o 5 horas si podíamos dormir
en el autobús de vuelta a casa. Incluso nos ha dado tiempo de almorzar para
coger fuerzas. ¿Y ahora nos dice eso?; pues no, no lo entiendo ni vamos a
hacerle caso. Vamos a entrar a ese partido. Él no es nadie para prohibirnos la
entrada, y menos sin dar una explicación”.
Luego deducimos que, posiblemente, no quisiera exponernos sus motivos directamente porque imaginábamos que esos motivos no serían otros más que nuestros característicos atuendos
festivaleros. Ciertamente no lo supimos, pero nunca le encontré una lógica al
asunto, porque la que imaginamos como posible era ilógica y discriminatoria.
Todos nos
ofendimos con el mensaje del entrenador, pero todos decidimos finalmente entrar
al pabellón, que es como habíamos quedado. Y así fue.
Un servidor
es quien solía portar el bombo dándolo todo durante el partido (llagas en las
manos incluidas). Solía salir afónico casi siempre. Así que decidí castigar de
cierto modo al entrenador permaneciendo la primera parte del encuentro sentado,
callado y escondiendo el bombo entre las butacas, igual que callaron el resto
de Ultra-Patos y Metaleros que venían
en el viaje.
En la
segunda parte sí saqué el bombo y todos animamos por no hacerles el feo a los
jugadores, pero el equipo perdió.
Todavía no
sé realmente qué le pasó por la cabeza al entrenador para decir eso por
sorpresa mañanera, pero él fue el único que desmotivó a muchos y quien creó ese
ambiente áspero que se respiró durante toda la jornada.
Respecto al
festival, fue algo más normalito de lo que esperábamos. Celebrado en una
vaguada de La Casa de Campo donde, desde lo alto del anfiteatro natural, se
divisaba un ambiente agradable con bastante gente.
Sangre Azul y Lancelot apenas los había
escuchado y no me hacían demasiada ilusión, y tampoco me gustaron sus directos.
A destacar... los pelos cardados.
Los Barón
Rojo todavía estaban en sus tiempos gloriosos y gustaron a la peña con
sus inmortales himnos. Barón eran Barón.
Raven eran prácticamente unos desconocidos
para algunos y sonaron tan raros como nos tenían acostumbrados a otros,
especialmente a los fans que seguíamos a la banda británica tan de cerca por
aquél entonces. Una banda trío muy peculiar.
Kreator fueron todo un bombazo para
nosotros, los que de verdad nos movieron el interés para acudir a la cita. Y no
nos defraudaron. Presentaban su “Extreme Aggression”, por lo que podéis imaginar la tralla que desprendieron los
altavoces. Brutales.
Como detalle comentar que aún recuerdo cuando el presentador del festival cogió el micro
para decir: “¡EL MADRID Y EL ATLETI HAN EMPATADO A 3!”. Y todos parecieron
contentos por el clamor general que se oyó al unísono. Claro, pensé, estamos en
Madrid y ninguno de los dos ha perdido. Esa es la sensación que me dio,
sensación de una satisfacción deportiva local que no descafeinó la fiesta a
nadie, ni siquiera a los asistentes aficionados a otros equipos que supongo que,
debido a ese empate, quedarían también satisfechos.
La vuelta a
casa fue de silencio sepulcral por tres motivos: la derrota del equipo, el
enfado con y del mister y la dormida que nos debía la noche anterior.